Pensar la red de un pescador en términos de cerámica parece una apuesta incongruente, pues a simple vista parecen elementos tan distantes, siendo una tan ligera y adaptable, y la otra rígida y estática. Sin embargo, es en el proceso de usar cada una de ellas que se encuentran similitudes; la red y la arcilla necesitan de un ser que las ponga en movimiento, se adaptan a la intención de este ser, son frágiles si no se les tiene cuidado pero duraderas si se usan correctamente. La red y la arcilla facilitan al pescador encontrar peces, y al artista, encontrarse a sí mismo.